Las redes sociales nos permiten una permanencia viva y contrastable en la red. Muchas de las acciones que se realizan a través de ella tienen éxito precisamente por la constancia y la manera en que se administran los mensajes y las respuestas a los mensajes que nos envía. En tal sentido, para aprovechar esta actividad interactiva, es recomendable que cuando abras una página en una de ellas, digamos por ejemplo en Facebook, te dediques a publicar al menos tres veces al día en el muro: mi consejo, por la mañana, al medio día y en la tarde antes de las veinte horas. ¿Por qué?
La historia no pasa por convertirte en un poseso de las redes sociales ni que tengas que ser un esclavo de Twitter o Facebook. Hay gente que está conectada casi todo el día, sin embargo, una buena administración de tu tiempo en el mundo online es mejor, y rinde más, que la esclavitud plena las 24 horas del día. Anteriormente te decía que publicaras, preferentemente, tres veces al día. Ahora me explico.
En horario de la mañana, siempre que sea posible antes de las nueve, es un buen momento para dejar algún que otro mensaje en la red. La gente esta despertándose y abre el ordenador a ver qué hay de nuevo en este mundo, y una de las tantas cosas buenas, y nuevas, es precisamente tu mensaje.
En el horario de la comida, la gente sale de los trabajos y, muchos lo hacen, aprovechan el tiempo que tienen libre para volver a la red, lo hacen desde un ordenador fijo o desde la misma red móvil. ¿Ver que hay de nuevo en Facebook es lo más común antes de volver al trabajo? Otros que no han entrado antes lo hacen para no perder la costumbre.
¿Y en horario de la tarde-noche? Al caer el día es la hora de volver al mundo virtual. Un muro actualizado permite ver que quien lo atiende está disponible en estos tres horarios, que está ahí, que está listo para responder cualquier duda. Imagina que alguien te deje un comentario y tenga que esperar hasta el otro día para ver publicada su respuesta… Mal, muy mal. La inmediatez forma parte de la calidad del servicio.
Ya ves, en todos estos casos no se trata de estar esclavizado ante la pantalla del ordenador, sino de saber administrar favorablemente el tiempo.