Desde mi punto de vista, en todo tipo de marketing existe una regla de oro que debe ser de estricto cumplimiento para todo diseñador o programador web; y voy aún más allá, no importa el tipo de soporte que se utilice para transmitir el mensaje: el diseño tiene que entrar por los ojos. Este es el primer principio inviolable para toda campaña de marketing: si el mensaje no resulta visualmente agradable, estamos condenados al fracaso.
Todos los seres humanos perseguimos la estabilidad y la armonía, buscamos el cosmos griego para sentirnos poseídos por él; es por ello que perseguimos constantemente la abstracta noción de belleza que está estrechamente ligada a los conceptos de armonía, simetría de las formas, equilibrio y conformidad con los colores, generalmente poco estridentes.
Ahora bien, estos principios se pueden aplicar fácilmente a las obras visuales; pero en el caso del diseño pensado para páginas webs, a veces su aplicación dificulta la usabilidad de las mismas. Ocurre lo mismo con los textos que incluimos en los portales online, deben equilibrarse prosa y técnica de posicionamiento. Con el lenguaje visual sucede algo parecido: un buen diseño web debe cumplir estas leyes armónicas que nos invitan a apreciar lo bello del sitio, a la vez que éste se nos debe hacer útil en el recorrido por sus diferentes partes.
Para materializar este principio de belleza y funcionalidad (web), debemos pensar primero que el diseño no debe ser muy cargado de elementos ya que la velocidad con que se abre un sitio es fundamental para el usuario. La norma establece un tiempo de espera de ocho segundos; pasado este período se dice que si la web no abre el usuario abandona el sitio a la búsqueda de nuevas alternativas en la red.
Apoyando esta idea inicial debo aclarar que es muy importante saber colocar los elementos gráficos y escritos en la composición general de la web: hay que lograr que el usuario encuentre lo que busca de un modo rápido y sin muchas distracciones. Una web no es un carnaval. Una máxima del diseño en todos los tiempos: dar más con menos.
Otro valor que podemos ofrecer con un buen diseño web es la posibilidad de que la página cargue fácilmente en los diversos navegadores que existen en el mercado. No todo el mundo utiliza Google Chrome ni Internet Explorer; además, los usuarios han diversificado los medios con los que se conectan a internet, desde el ordenador de sobremesa hasta los tablets o los Smartphone. Por tanto, hay que intentar que nuestra web sea legible en la mayor cantidad posible de navegadores y soportes.
Y por último, hacer un llamado de atención en cuanto a la relación entre tema y diseño: no es lo mismo una web de ciencias que otra de contactos personales, una de música y la otra de información bursátil. En tal sentido hay que saber escoger los temas, las fotografías, los colores y la distribución del contenido por el espacio visual que nos ofrece la pantalla del ordenador.
Sé que en estos contenidos nunca se tiene la verdad absoluta; no obstante, unos consejillos nunca vienen mal. ¿No crees?